CUENTOS POR CALLEJAS

Hay base en la realidad y/o en la ficción en todo cuanto opino y/o narro.

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viernes, 20 de enero de 2012

EL ELECTRICISTA




Se me estropeó la luz de la cocina. Como está en un patio interior, la luz solar no es muy abundante; y ahora, en invierno, se nota su falta en horas tempranas.

Total, que me fui a buscar a alguien que me lo pudiese arreglar. Mi amigo el de la ferretería me facilitó el teléfono de un electricista y le llamé para el trabajo que necesitaba.

Se llamaba Gonzalo. Mientras estaba subido en la escalera haciendo la reparación le pregunté cómo le iban las cosas, habida cuenta de la mala situación en que se encuentran la economía y el trabajo en España.

-- Voy tirando con los pequeños trabajos que me van saliendo. Trabajo por mi cuenta, y hago reparaciones de carpintería, fontanería, pintura y motores de automóvil-- me explicó.

-- Caramba, pues sí que eres polifacético. Tienes unas manos habilidosas.

-- Espero que siga siendo así hasta que pueda terminar mi carrera.

-- ¿Tu carrera? ¿Qué estás estudiando?

-- Me falta un examen para conseguir mi título de pianista. La última prueba la suspendí, pero ahora espero aprobar.

Me quedé de una pieza. Aquel modesto trabajador estaba preparándose en el difícil arte del piano tras largos años de estudio, y se costeaba con su habilidad para diversas clases de trabajos manuales.

-- ¿Qué te pidieron en el examen?

-- Toqué varias obras de Mozart, Chopin, Albéniz, Prokofiev,... Estuve una hora ante el tribunal del conservatorio.

He de confesar que me conmoví con lo que aquel joven me decía. Es un ejemplo de un sector de la juventud trabajadora, responsable y con hermosas ilusiones. En contraste con aquella otra parte de gamberros y viciosos.

He tenido la oportunidad de conocer a mucha gente de edad no avanzada, y estoy seguro de que la razón superará a la maldad en la sociedad nuestra.

Es una constante histórica.

viernes, 13 de enero de 2012

2012




Ya tenemos el año 2012, o, mejor dicho, ya nos tiene él a nosotros. Esta matización, que parece trivial, no carece de importancia, ya que dudo entre si seremos capaces de actuar contra todo lo que nos amenaza y entre si nos dejaremos arrastrar por el destino al que inexorablemente nos conducen las estrellas.

Esta aparente rotundidad me viene a la mente por esa fatídica profecía que la cultura maya nos legó, anunciándonos que el 21 de diciembre de este año acontecería el fin del mundo.

Resulta sorprendente que esa extraña civilización, mezcla de sabiduría matemática y violencia espeluznante, pudiese predecir el fin basándose en complejos y concienzudos cálculos que en el campo de la astronomía han demostrado multitud de aciertos, como la medida del año con mayor precisión que la civilización europea conocía hasta el siglo XX.

Debo recalcar que el pronóstico incluso es astrológico. La astrología ha sido para la cultura occidental la madre de la astronomía. Hoy día pocos son los científicos que aceptan la astrología como algo digno de ser tomado en serio. Pero ¿y si hubiese algo de verdad?

Si estamos influidos por el clima , el medio ambiente y otros factores, no sería descartable que los astros tuviesen alguna repercusión.

Decía San Agustín que los astros inclinan, pero no obligan. O sea, que aún queda lugar para que la voluntad humana sobresalga y venza a las fuerzas que se opongan al hombre.

Personalmente, no creo que la profecía maya se refiera a un final material del mundo. Creo que trata de indicar el fin de una era para el inicio de otra. Así ha sido en el transcurso del tiempo desde que los humanos habitamos la Tierra.

Ahora las cosas no van bien en la mayor parte de nuestro mundo. Evidentemente, vivimos inmersos en una crisis material y espiritual. No es la primera vez en la Historia.

Pero no soy pesimista. Como dice el psiquiatra Luis Rojas Marcos, el hombre es optimista por naturaleza. A lo largo de milenios siempre ha sobrevivido y progresado.

Por último, añadiré una cosa más. Hay tanta gente magnífica, que supera a los granujas en una proporción considerable. En la balanza pesan más los buenos que los malos. Tengámoslo por seguro. La Creación no ha terminado.