CUENTOS POR CALLEJAS

Hay base en la realidad y/o en la ficción en todo cuanto opino y/o narro.

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sábado, 17 de abril de 2010

CUBA(y II)



Después de lo dicho anteriormente debo manifestar que no soy socialista ni comunista ni nada por el estilo.

 Solamente soy un católico que busca la verdad y la justicia. Algunas veces sucede que en su búsqueda te encuentras esas virtudes donde menos lo esperas, pero lo correcto es reconocerlas y respetar a quienes las ejercen sin menoscabo de que surja la crítica cuando sea necesario.

 Las acusaciones de que no se han respetado los derechos humanos en Cuba habría que examinarlas con lupa. Estos supuestos disidentes políticos fueron juzgados públicamente y la documentación está disponible para aquellos que deseen estudiar cada caso. No soy tan ingenuo como para no creer que desde 1959 no se haya cometido alguna injusticia, pero que nadie tire la primera piedra, pues el Gorila del Norte nos ha dado muestras en más de una ocasión de barbaridades estremecedoras.
 Bastantes ciudadanos estadounidenses han acusado a sus propios gobiernos y me remito, por ejemplo, a uno de los documentales del cineasta Michael Moore.

 Por otra parte, España debería mirar a Cuba como a alguien de la familia, entrañable familiar al que nunca debemos olvidar, pues la población cubana se nutrió de numerosos migrantes españoles que durante el siglo xx encontraron en aquella isla la tierra prometida que anhelaban.

 No nos pongamos en el pelotón de los que tiran piedras a Cuba. Yo no apedrearía a mi hijo o a mi hermano por malos que fuesen. Mejor una política de mano tendida que ese telón de acero que paradójicamente se ha puesto alrededor de la isla, cerrándole la posibilidad de un desarrollo económico al que tiene derecho.

¿Acaso los EEUU negaron la venta de trigo a la URSS cuando esta última sufrió un año de pésima cosecha?

 Reino Unido es un país cuyos políticos han mostrado siempre un cuidado exquisito con las naciones que formaron su Imperio y que ahora se llaman de la Commonwealth.
 Por cierto, fue Simón Bolívar quien les dio la idea cuando propuso la creación de una comunidad de naciones de cultura hispánica encabezadas por España. El Libertador de América tenía una aguda visión política.

 España, como de costumbre, se encogió de hombros.

lunes, 12 de abril de 2010

CUBA(I)


Resultan ya aburridos oír tantos ladridos contra Cuba.

 Ese pequeño país ha estado siendo acosado desde el año 1959 como pocos lo hayan sido .
 En plena guerra fría en Europa y América , de vez en cuando, se criticaba en la prensa al régimen socialista soviético y satélites, pero nadie se hubiera atrevido a decirle a ningún dirigente soviético lo que tenía que hacer respecto a las cosa concernientes a sus asuntos internos.

 Todos los países del mundo comerciaban con las repúblicas soviéticas y esto era beneficioso para unos y otros. Incluso hubo casos curiosos, como la ayuda que EEUU proporcionaba a Polonia, a pesar de su pertenencia al bloque soviético.

 También colaboró USA en el incremento de la informática en la URSS y algún presidente estadounidense quería participación rusa con la astronáutica norteamericana.

 Anécdota llamativa fue el desafortunado comentario del presidente Reagan cuando calificó a la URSS como el "Reino del Mal". Hasta los obispos católicos estadounidenses protestaron por tal aseveración .

 Me viene a la mente el interesante asunto del estado indio de Kerala, que se anticipó en dos años a Cuba en la instauración de un gobierno socialista. En Kerala, situado al sudoeste de la Península Indostánica , el pueblo votó mayoritariamente en 1957 por el comunismo, mejor dicho, el socialismo. Y no me dirán que no hay democracia en la India. Por toda la información que he recogido, veo con asombro los progresos sociales que ha conseguido la población de aquel estado. Partiendo de la base de atraso y miseria características de la India, Kerala ha llegado a una alfabetización casi total(90% de la población), notable aumento de la educación , de la sanidad y de la vivienda.
 Sus habitantes gozan de libertad religiosa(hindúes, musulmanes y, en ocasiones, cristianos) y ¡asombrémonos! desde 1957 se han alternado con gobiernos no socialistas, como un "coscorrón", cuando el anterior no servía al pueblo como éste esperaba. Así que nuevas promesas y nuevos logros para los keralitas.

 Esto parece como un cuento pero es rigurosamente cierto. Pero volvamos al asunto de Cuba.

 Si Kerala es respetada, si nadie se atreve a darle una patada a Corea del Norte, si nadie lo hace con Vietnam o con China Popular, si nadie lo hizo con la URSS ¿a qué viene ese ensañamiento con la República de Cuba?

 Es éste un pequeño país de 11 millones de habitantes que no supone amenaza para el vecindario, pero que se atrevió a plantarle cara al Goliat del Norte. Los EEUU perdieron la posibilidad de explotar a la isla , agarrándola por el cuello , y no se lo perdonan .

 Hay mucha información oral y escrita sobre Cuba. Un amigo mío emigrado de la mayor de las Antillas me dijo que se había marchado por la escasez-que no la miseria-que los cubanos sufrían/sufren a causa del bloqueo estadounidense .
 Se sentía orgulloso del enorme progreso de sus compatriotas y no me manifestó jamás una crítica contra su gobierno , que pese a todas las trabas impuestas desde el exterior no había/ha dejado de mejorar la vida de sus ciudadanos.

 Mañana seguiré hablando de Cuba, si me lo permiten.

viernes, 9 de abril de 2010

LA JUSTICIA DEL AJEDREZ


Aquel pueblo estaba situado en una rica comarca donde abundaban los olivos, se cultivaban cereales y se criaba ganado vacuno, ovino y caprino.

 Regado por un pequeño río y abundante en lluvias durante la primavera y el otoño, había agua abundante. También contaba con un molino de aceite, una factoría envasadora y una fábrica de quesos.

 Un pueblo próspero como aquél parecería que producía bienestar a sus habitantes, pero lo cierto es que el nivel de vida de sus gentes era inferior al de otros pueblos cercanos.
 La razón era que no abundaban los pequeños propietarios agrícolas, salvo algunos hortelanos a las orillas del río y algunos modestos ganaderos. El grueso de las tierras y las tres industrias tenían un solo dueño: Don José Cerdán, barón de Las Varas.

 Él se sentía benefactor de aquellos que trabajaban para sus posesiones, aunque los sueldos y jornales con que pagaba eran bastante más bajos que lo habitual en la región. Justificaba esta tacañería diciendo que la estabilidad laboral con la que contaban sus empleados constituía una nada despreciable ventaja respecto a lo de otros lugares.

 El señor Cerdán era descendiente de un tratante de ganado que en el siglo XIX, y aprovechando la desamortización de Mendizábal, compró unas tierras que habían pertenecido a una Orden religiosa. Con la proliferación de mano de obra barata y la feracidad de aquellas tierras, su bisabuelo se enriqueció rápidamente y amplió sus posesiones.

 Siendo ya suficientemente rico compró un título nobiliario que le confería la categoría social de la que se consideraba merecedor. Aunque el señor Cerdán era lo que hoy se llamaría un analfabeto funcional, él se consideraba muy por encima de los sabiondos, como él mismo decía, "que si eran tan sabios no lo eran tanto porque no habían logrado ser ricos." No obstante, y para mostrar su elevado nivel intelectual presidía la peña cultural y la peña ajedrecista del pueblo.
 Era esta última un curioso legado de dos militares rusos, los cuales para asesorar al ejército republicano durante la guerra civil habían permanecido allí unos meses, cuando el pueblo estuvo ocupado por las tropas. En sus horas libres los dos militares soviéticos jugaban al ajedrez y contagiaron su afición a los lugareños, quienes después formaron un grupo numeroso de jugadores y éstos llegaron a competir con ajedrecistas de la capital y otras ciudades de la región.

 Nicolás trabajaba en el Ayuntamiento. En su calidad de funcionario veía entrar y salir numerosa veces al señor Cerdán , muchas veces acompañado del alcalde, quien era un gran amigo suyo.
 Entre las amistades del terrateniente también se contaban el médico, el farmacéutico, el veterinario, el director del banco y otros.

 Sucedió que Nicolás se encontró un día con Marcela, prima segunda a la que veía poco pero a la que apreciaba y respetaba mucho. Era una joven que había enviudado recientemente y quedó con dos hijos pequeños, por lo que solicitó y logró trabajar en una de las industrias del señor Cerdán.
 Se daba la circunstancia de que don José miraba a las féminas que trabajaban para él como posibles trofeos para sus apetencias carnales y se arrogaba el derecho de acosarlas con la finalidad de lograr su objetivo. Una especie de derecho de pernada pese a estar en el siglo XX. Nadie sabía a ciencia cierta cuántas víctimas habría podido conseguir.

 Pero Marcela había sido una de ellas . Así se lo dijo entre lágrimas a su primo, con la circunstancia agravante de haberse quedado embarazada.
 Ella le dijo vehementemente que la forzó en la bodega del molino aceitero y que el guarda jurado había sido testigo de ello. Posteriormente el guarda le hizo saber que no declararía en contra de su amo. No quería perder su puesto de trabajo.

 Nicolás escuchó todo esto mientras apretaba los puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos. -Te prometo, Marcela, que esto no ha de quedar así. Hay que hacer justicia como sea.- Le dijo mientras secaba el jugo de los ojos de la muchacha.
 Él sabía que sería inútil presentar una denuncia. Casos anteriores habían permanecido en el olvido. Las influencias del señor Cerdán le garantizaban la impunidad de sus fechorías. Nicolás no se arredró ante ello.

Logró hablar con Cerdán y obtuvo de él una carcajada por respuesta. -Dile a esa zorra que no va a sacarme nada. Si necesita dinero que putee por ahí.
                                                                                                                                                                                                       Después de esto, Nicolás habló con varias personas importantes del pueblo. Su posición de funcionario en la Corporación municipal le daba acceso a mucha gente. Mas fue inútil. Nadie se sorprendido por lo sucedido. Era un episodio más de las hazañas del barón de Las Varas.

 Pero Nicolás se llegó a ver al cura. Éste le prometió hablar con el señor Cerdán. El párroco consiguió que el terrateniente accediese a tener una mutua entrevista con Nicolás, pero exigía que estuviera presente el director del banco local, donde tenía las cuentas de sus negocios.
 Sabía que se le pediría alguna compensación económica y quería el asesoramiento del banquero.

 Se reunieron en una sala del casino en la que a veces se celebraban los campeonatos de ajedrez. En aquel ambiente tenso el señor Cerdán se mantenía sereno en un sillón, mientras fumaba un habano. Estuvieron largo rato discutiendo acerca de qué forma podría resolverse el asunto de Marcela. Al fin y al cabo, no quería quedar mal con el cura, quien era amigo del obispo.

 -Señor Cerdán-dijo Nicolás.- Llevamos tanto tiempo hablando y no llegamos a ninguna conclusión. Se me ha ocurrido una solución sencilla, ya que usted es un gran aficionado al ajedrez.

 Don José Cerdán era un pésimo jugador y si ganaba alguna vez era porque su antagonista se dejaba ganar para complacer al señor del pueblo. Halagado por las palabras de Nicolás asintió a su propuesta y le dijo que explicase su plan.

 -Verá, don José-dijo tomando un tablero en sus manos . Vemos aquí los 64 escaques de los que consta el tablero...

 -¿Qué son escaques?-preguntó un Cerdán ceñudo.

 -Los cuadrados del ajedrez donde se colocan las fichas-respondió Nicolás.

 Creo que si pusiese un céntimo en el primer cuadrado, dos en el segundo, cuatro en el tercero, y así sucesivamente, al llegar al treinta y uno habría pagado suficientemente para compensar a esa muchacha. Digo treinta y uno porque son los días del mes próximo, que empiea mañana. Así cada día el señor director del banco haría un ingreso a Marcela en la caja de ahorros.

 -¡Ja,ja, ja, ja...!- rió el señor Cerdán.-¿Quieres que regale un saco de calderilla a esa pelandusca?¿Quieres quedar bien conmigo haciéndome esa miserable petición? Seguro que esperas que te premie con algún favor. Está bien, si te consuela lo que has pedido, sea.

 Llegados a ese acuerdo Nicolás entregó al director el dibujo de un tablero para que el banquero, mediante el cálculo que había propuesto, fuese haciendo transferencias diarias a la cuenta de Marcela. Transcurrieron los días y el 31 el director de la entidad llamó a don José.

 -Señor Cerdán, le llamo porque su cuenta va a quedar sin saldo. Sería conveniente que ingresara algo.

 -¿Que mi cuenta está a casi cero? ¿Qué broma es ésta?-bramó. Ahora mismo voy para allá con mi administrador, y pobre de usted si ha metido la pata.

 Don José Cerdán, hecho una furia, y su contable entraron en el despacho del director.

 ¿Qué has hecho, director? ¿Dónde está mi dinero?

 -Verá, señor Cerdán. He hecho lo que usted me ordenó. Me lo dio por escrito cuando terminamos la reunión en el casino. Los ingresos a esa muchacha se han calculado correctamente. Su contable puede verificarlo. Al día de hoy se le han pagado más de dos mil millones de céntimos. O sea, 21.453.864 pesetas y 89 cts.

 -¡¿Quéee?!- chilló el señor Cerdán. -Esto es una estafa, un robo! ¿Quién me ha robado?

 -Nadie le ha robado-respondió el director.-Las cuentas han sido bien hechas. Aquí hay una calculadora. Que lo compruebe el contable.

 Comprobado por el administrador, éste asintió con la cabeza al cabo de un rato. El señor Cerdán, hundido en una butaca, gemía con la respiración entrecortada. Hubo que llamar al médico.

 Por consejo de Nicolás, Marcela se mudó a la capital. Allí pudo vivir holgadamente con sus tres hijos, pues ella, a causa de sus convicciones religiosas, no quiso abortar el tercero, el engendrado a la fuerza por Cerdán, barón de Las Varas.

 Un año después, hallaron el cadáver del aristócrata en su coto de caza. Había recibido un disparo en la cabeza. La Guardia Civil y el galeno determinaron que se trataba de un suicidio.

 El caso quedó archivado.

miércoles, 7 de abril de 2010

UNA DECIMONÓNICA CRÍTICA ANTITAURINA


Viene de antiguo que se critique a las corridas de toros .

 Ya desde la Edad Media hubo voces que se alzaron en contra de tal festejo, llegando hasta Lope de Vega y la misma Iglesia Católica.

 Pero seguramente el país que de forma más furibunda acometió su oposición contra las corridas fue Inglaterra. He aquí la conversación que dos personas mantuvieron un día allá por 1870 en un lugar de Norteamérica , no muy lejos del territorio de Tejas.

 John y George terminaron su jornada de trabajo mientras fumaban una pipa al calor de una pequeña hoguera.

 -Bueno, George. Ya está anocheciendo. Por hoy hemos tenido bastante.

 -Sí, John. Dura tarea la nuestra, menos mal que seremos bien pagados. Pero echo de menos algo de lectura. Hace semanas que no leo un periódico.

 -Vosotros los ingleses siempre tan intelectuales-dijo John.

-Sois capaces de pasaros horas con un periódico y una taza de té.

 -Ahora preferiría un trago de whisky-replicó George.

 -Ya lo tomaremos pasado mañana cuando entreguemos la mercancía. Por cierto, y hablando de lectura, el otro día leí un artículo de un periodista que estuvo en México y presenció una corrida de toros. Algo horrible.

 -Lo supongo-respondió George.-También yo presencié una en el norte de España, en uno de los descansos de los transportes que hacíamos desde Southampton.

 -Decía el periodista que clavaban unos palos en el lomo del toro y allí permanecían mientras la sangre le goteaba-dijo John.

 -Se llaman "banderillas"-aclaró George.

 -También un hombre a caballo atacaba al toro con una lanza que tenía un tope después de la punta para que la lanza no atravesara al toro y así prolongar su sufrimiento.

 -Eso es una "pica" y el jinete un "picador"-añadió George.

 -Pareces muy versado, George. ¿Es que llegó a gustarte el espectáculo?

 No exactamente-respondió George.-Pero no he de negar que al principio me fascinó. Sobre todo cuando un toro volteó a un torero y luego se ensañó con él, acribillándole a cornadas. Creo que el tipo murió. Pero lo más horrible vino cuando después de clavarle la espada remataron al animal con un puñal en la nuca. Creo que se llama "puntilla".

 -Estos españoles son unos bárbaros -añadió John.-Además, decía el periodista que los toreros eran mestizos, lo cual daba un tono aún más siniestro a la corrida.¿Te imaginas?

 -Lo comprendo-respondió George.- Los españoles son inmorales. Se casan con indias, sin ninguna clase de escrúpulos, porque dicen que siendo cristianas son consideradas personas como los blancos.

 John se quedó un rato pensativo mientras daba largas chupadas a su pipa. Luego comentó:

 -Mira, George. Después de esto, me doy cuenta de lo humanos que somos nosotros. Matamos, pero lo hacemos rápidamente. No dejamos que queden agonizando.

 -Así es, John. Un disparo bien hecho ahorra sufrimientos inútiles.

 -¡Eh George! Fíjate, aquél parece que se mueve-dijo señalando al cuerpo de un hombre unos metros delante. -Ese maldito indio... debimos comprobar que estaba bien muerto. Dale con la culata de tu rifle.

 John se levantó lentamente y golpeó la cabeza del moribundo hasta que cesaron sus estertores.

 -¿Lo ves?-dijo George. Siete indios cazados con una muerte rápida no es precisamente como esas brutales corridas de toros.

 -Sí, pero no sé si todo el mundo aprecia nuestro trabajo-dijo John.- Ser cazador de indios parece algo duro.

 -Mira, amigo-respondió George.- Nosotros somos los que verdaderamente traemos la civilización a América.
 Desde vuestra independencia, los indios de los estados fundadores fueron exterminados. Nos queda la gran empresa de acabar con esos sucios indios en los territorios con los que se han ampliado los Estados Unidos .

 No basta con aniquilar los búfalos de las praderas para privar de alimento a los indígenas. Los que queden hay que buscarlos y matarlos. Ésa es nuestra gran misión pacificadora.

 -¡Qué bien hablas, George!- Y quedó tendido en la hierba fumando su pipa mientras se quedaba dormido.

lunes, 5 de abril de 2010

EL DRAGÓN Y LA PRINCESA


Érase una vez una hermosa princesa llamada Nadia que vivía en una pequeña ciudad de nombre Larraceleta situada en el valle del río Oca.

 Un malvado dragón también vivía no muy lejos de allí y tenía una gruta en una montaña que dominaba el valle.

 El dragón, ansioso de poder, decidió secuestrar a la princesa cuando esta una tarde paseaba por el campo recogiendo florecillas y alimentando a los pajarillos.

 La gente del lugar se lamentaba con intenso dolor de semejante aprehensión y clamaba al Cielo por la liberación de la princesa que era para ellos paradigma de la bondad.

 Un día, semanas después de la desaparición de la doncella, un caballero algo andante llamado Frederique de Fadrique, hizo parada y fonda en la posada del pueblo y tuvo noticia de la fechoría del dragón.
 Los buenos lugareños le rodearon y le suplicaron que librase a su bienamada paisana y prometieron al caballero colmarle de honores si les devolvía a su princesa sana y salva.

 El caballero tenía buena pinta y parecía curtido en mil batallas contra los infieles y su lenguaje demostraba conocimiento y finura.
 Así que a la mañana siguiente y seguido durante un buen trecho por un considerable número de campesinos, tomó con su caballo el camino que se dirigía a la montaña.

 Pronto se quedó solo y unas leguas más arriba vio asomar al dragón su terrible cabezota.
 El caballero, sin amilanarse, siguió avanzando y cuando se encontraba más cerca, el dragón lanzó un chorro de fuego por la boca que es lo que solían hacer en aquel tiempo los dragones.

 Frederique detuvo su montura pero no desenvainó su espada. Con una mano en la barbilla se quedó un momento pensativo y luego dijo:

 -Oye, dragón. Esa lengua de fuego que lanzas hacia mí es una verdadera birria. Con eso no quemas ni un palillo.

 -¡Ay, desconocido caballero! Corren malos tiempos para mí. No sabes el precio al que se ha puesto la gasolina.

 -¡Huum! -dijo el caballero con expresión seria.

 -Escucha, dragón. Te hago una propuesta. Si te traigo un bidón grande de gasolina ¿soltarás a la princesa?

 -Pues no me parece mal, pero...¿puedo fiarme de ti? -preguntó el dragón.

 -Claro que sí. Tú no la soltarás hasta que te haya traído el combustible.

 Ni corto ni perezoso el caballero Frederique trotó hacia el pueblo y allí, sobre una mula, colocó el bidón que había comprado en la abacería.
 Alegre en su caballo y tirando a remolque de la acémila se dirigió hacia la cueva del dragón, el cual lo vio aparecer con ojos muy abiertos y una amplia sonrisa que mostraba sus puntiagudos dientes.

 Hecha la entrega, el dragón permitió al caballero que entrase hasta el fondo de la cueva donde se encontraba la princesa.
 Ésta, al verlo, se echó en sus brazos y cubriéndole de besos le gritó:

 -¡Mi valiente caballero, has venido a librarme del dragón! ¡Gracias, gracias, te amo, te adoro!

 El caballero, tomándole de la mano, la llevó en su caballo y subiéndola en la grupa se dirigió hacia el valle.

 El dragón permaneció en la entrada de su gruta echado en el suelo como un perrillo y mirando dulcemente la marcha de la princesa.

 Cuando llegaron al pueblo el recibimiento fue apoteósico.
 Los lugareños les adornaron con flores e hicieron sonar las campanas de la iglesia a la cual se dirigieron para que el cura celebrase un "tedeum" en acción de gracias.

 Terminada la ceremonia, el párroco les hizo gestos a la princesa y al caballero para que se acercaran al altar.

 -Hijos míos, os voy a unir en el sagrado sacramento del matrimonio -dijo.

 Aquello cogió desprevenido a Frederique.

 -Eh, pero...yo es que...no sabía...o sea...yo...

 -Comprendo vuestro nerviosismo caballero. Casar con tan bella dama no es cosa baladí. Pero vuestro valor os ha hecho merecedor de tan hermoso premio y no tengáis cortedad por vuestra noble modestia.

 Frederique miró hacia la princesa que resplandecía en toda su belleza e iluminada por una encantadora sonrisa.
 Sus ojos estaban brillantes mientras miraba arrebolada al caballero mientras lo sujetaba por el brazo.

 Así que ambos recién casados fueron felices y comieron perdices.

 Los habitantes del lugar eran tan pródigos en hacerles continuos regalos de aquellas sabrosas aves que tanto abundaban en aquellos campos que Frederique ideó una pequeña factoría para envasar perdices en escabeche y como el lugar era paso obligado para los peregrinos que iban a Compostela el negocio prosperó y él sintió el gozo de hacer a su esposa continuos regalos de oro y pedrería que ella recibía casi con indiferencia.

 -Esposa mía -le inquirió un día. -¿No gustas de mis obsequios? ¿Acaso son poca cosa para ti?

 -Realmente es así, amado esposo -respondió ella.-Todo lo que me regales es poco comparado con el valor que demostraste para rescatarme de aquel monstruo.
 Todo el oro de las entrañas de la tierra es algo nimio ante tu valentía e hidalguía. Te adoro como eres aunque viviese como una labradora.

 Aquella respuesta dejó anonadado al caballero, que no pudo evitar derramar una lágrima que se escondió en su tupida barba.
 Inmediatamente pensó que si su princesa supiera la verdad, se desmoronaría el tan alto concepto que ella tenía de él. Se convertiría en un ídolo de barro y acabaría soportando las chanzas que ella le lanzaría amén de su repudio.

 ¿Y quién sabe? hasta la expulsión de aquel lugar.

 "Hay que hacer algo y pronto" pensó.

 De modo que a la mañana siguiente muy temprano, con la excusa de ir a cazar jabalíes, cabalgó al galope hasta la cueva de la montaña y allí propuso al dragón que en lo sucesivo no le faltaría el sucesivo suministro de combustible para seguir siendo un temido y admirado dragón, si contaba que había sido vencido por él sin necesidad de lucha, sólo por la impresión que le produjo su presencia.
 Al fin y al cabo el Cid Campeador ganó una batalla después de muerto sólo porque alguien colocó su armadura sobre el caballo y eso aterrorizó al enemigo .

 El dragón quedó encantado con su oferta y he aquí que se hizo famoso por sus continuas exhibiciones de llamaradas de fuego que asombraban a propios y extraños .

Los peregrinos que iban a Santiago hacían parada y fonda en Larraceleta-con gran contento del posadero-y aquellas gentes que se acercaban a ver el dragón dejaban frente a su cueva obsequios de alimentos que proporcionaban una fuente de ricas viandas.

 Naturalmente, el caballero y su princesa siguieron siendo felices, la villa prosperó y continuaron comiendo perdices, aunque de forma más moderada, porque la bella Nadia observó un aumento de su cintura y ya se sabe que las damas no gustan del exceso de peso.

 Y he aquí, queridos niños, cómo esta historia nos muestra cuán valiosa es la inteligencia para llevar a cabo nobles acciones y que como demostró Ulises siglos antes, se puede lograr más por la astucia que por la fuerza bruta.

viernes, 2 de abril de 2010

MI AMIGO EL DE LOS COHETES




Mi amigo Teófilo era una de las personas más interesantes que haya tratado nunca.


 Estaba cumpliendo el servicio militar, todavía era obligatorio, y la casualidad me hizo conocerle en circunstancias que no vienen ahora al caso mencionar.


 Era un joven inteligente y culto, versado en literatura y filosofía.
 Hablaba inglés con soltura y lenguas clásicas, por lo que conversar con él era sumamente gratificante.


 Pero lo más llamativo era que pese a su cultura y agudeza tenía una mentalidad que yo calificaría de algo infantil.
 No lo digo en sentido peyorativo, pues en el transcurso de mi vida he observado que personas inteligentes mostraban rasgos de su carácter que cualquiera podría definir como el de mi amigo, por lo que me viene a la memoria el pasaje del Evangelio en el que Jesucristo dice: "Si no sois como niños no entraréis en el Reino de los Cielos".


 No sé si Teófilo entraría en los cielos, pero pienso que no andaría muy lejos.
 También me hace pensar que las vicisitudes de su trabajo no le hicieran desviarse de su forma de ser, que tenía el encanto de la inocencia, no por ignorancia, sino por la nobleza de su espíritu.


 En la época en que conocí a Teófilo, en nuestra querida España, el bribón, el tunante, tenía aceptación, o al menos tolerancia, en nuestra sociedad.
 Para algunos, la bondad era como sinónimo de torpeza. Tal vez dicha bondad siga teniéndola, bueno, sí, veo que en algunos sectores sigue siendo así, pero en la juventud rebelde que he conocido parece como si el rechazo fuese total. Pero no quiero desviarme con mis disquisiciones del protagonista de mi relato.


Teófilo, por sorprendentes razones que él solamente conocía, pasó de sus estudios de letras a los de ciencias. Con notable éxito, según me dio a entender, hasta el punto de que antes de terminar su carrera, una empresa extranjera le ofreció un importante puesto de trabajo para cuando acabase sus estudios de ingeniería.


 Era una industria fabricante de armamento ultramoderno, en el que se incluía misiles que requerían de una alta tecnología, que solamente cerebros especializados podían hacer y desarrollar. Con la soltura que los científicos pueden explicar esas cosa, él me contó su juguete preferido, el cual le producía una emoción especial.


 Se trataba de un misil cuyos componentes le permitían volar casi a ras de tierra, con objeto de evitar el radar.
 Los componentes de dirección programada de aquel cohete le hacía salvar obstáculos y alcanzar su objetivo, pese a todos los esfuerzos con que el enemigo quisiera oponerse a su trayectoria.


 "Fíjate, Fede, puede rebasar la torre de una iglesia y volver a situarse tan bajo sin que nadie lo detecte". Su entusiasmo me dejó un poco confuso y le pregunté qué pasaba al final.


 "¡Ah! pues alcanzaría el blanco programado y explosionaría."


 "¿Con armas atómicas?", le pregunté.


 "Bueno, eso depende de si se le incorpora o no una ojiva. Pero sí, puede ser un arma nuclear."


 Me dijo que su misión sería, como representante de la empresa, explicar a los posibles compradores las maravillas de sus productos y conseguir sus pedidos.
 El asunto se traduciría en millones de dólares de beneficios.


 Entonces, le pregunté si no tendría escrúpulos por vender aquellas terribles máquinas a países indeseables, los cuales constituirían un peligro para otras naciones.


 "¡Ah no! No se podrá hacer porque existe un acuerdo internacional que prohíbe la venta de alta tecnología a gobiernos gamberros".
 Y me dio el nombre de unas siglas que no recuerdo.


 " Ya, eso está bien", le respondí. "Pero ¿ no cabe la posibilidad de un error? Es decir, que un determinado país considerado amistoso pudiese derivar hacia actitudes políticas no deseadas."


 "No, no, no puede ocurrir, te lo aseguro. Se toman todas las precauciones", me respondió con una sonrisa mientras me colocaba cordialmente una mano sobre mi hombro.


 Dejé de ver a mi amigo y supuse que ya se habría incorporado a su puesto de trabajo. Pasaron varios años y los Estados Unidos invadieron Irak.
 Muchos vimos en televisión aquellas estelas y explosiones de cohetes que cayeron sobre Bagdad como una tétrica fiesta de luces.


 Me acordé de Teófilo. ¿Habría él contribuido a la fabricación de alguna clase de aquellos diabólicos misiles? Y si así fue¿Qué pensaría y sentiría cuando supiese que miles de personas habían sucumbido al ataque norteamericano?


 Aún recuerdo con horror la fotografía de una batería antiaérea del ejército iraquí que había sufrido el impacto de un cohete cuya explosión había fundido literalmente a los servidores del cañón de cintura para abajo, dejando ver como una masa informe de color gris.
 Pero de cintura para arriba, los cadáveres de los soldados aún se aferraban con sus manos a los elementos del cañón y mantenían los ojos abiertos como asombrados ante esa muerte fulminante.


 Cuando la ciencia y la técnica se ponen al servicio de la muerte, me viene a la memoria la frase del científico Oppenheimer, uno de los hacedores de las bombas de Hiroshima y Nagasaki:


 " Hoy, los que hemos construido estas armas, hemos conocido lo que es el pecado".


 Amigo Teófilo, me gustaría pensar que tu talento se haya puesto al servicio de la paz, que hayas inventado ingeniosos mecanismos para la industria, la navegación y el recuerdo de la gente, y que hayas seguido siendo algo niño.


 Por paradójico que parezca, te recuerdo cuando veo las Fallas de Valencia y pienso en qué buen pirotécnico hubieses sido.