CUENTOS POR CALLEJAS

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miércoles, 4 de abril de 2012

CONSEJOS ECONÓMICOS OPTIMISTAS



Los economistas son esas personas que, en palabras de una de ellas, "explicarán mañana por qué lo que predijeron ayer no se ha cumplido hoy". Otro dijo que la economía es ese "diabólico sistema del que nadie sabe cómo funciona".

Con ese prólogo, e inmerso en la trágica situación en que vive tanta gente, hay opiniones y fórmulas de todo género. No obstante, se oyen posibles soluciones que, de acuerdo con mi intuición, me indican que se aproximan a la verdad. También vemos acciones realizadas en algunos países que parecen dar en el clavo.

Aquí en España, dóciles a las indicaciones de la Unión Europea, se llevan a cabo órdenes que más parecen los dictados de una tiranía medieval que el raciocinio de un país del siglo XXI.

He llegado a la conclusión de que estamos inmersos en el absurdo, y no por la voluntad del pueblo, sino por una jerarquía que determina lo que tenemos que soportar, mientras que los dueños de la riqueza inflan sus vientres peludos y grasientos.

Es bueno eliminar gastos superfluos, pero hay gastos necesarios que generan riqueza. ¿Cómo puede ser esto? Es muy sencillo.

Pongamos, por ejemplo, las obras públicas, aquello que el Presidente Roosevelt instó para sacar a su país del paro y de la pobreza. Las obras públicas necesitan mano de obra, abundante material, máquinas, transporte, etc. Los trabajadores se convierten en consumidores de bienes de consumo, la maquinaria produce trabajo donde es fabricada; el cemento y otras materias proporcionan beneficio a otros; el transporte precisa vehículos cuya fabricación da empleo a muchos. Y, así, se pone en movimiento la estructura industrial y comercial de un país. Añadámosle a esto sanidad, enseñanza y lo demás.

La gente que labora produce riqueza en una sociedad. Aunque sólo fuese consumidora de lo imprescindible. Pagamos el IVA en todo lo que compramos. Persona que trabaja, persona que apoquina impuestos; no ese disparate de elevar tributos y retribuir salarios reducidos.

Los Estados prósperos, o que lo han sido, impulsan el ascenso de la clase obrera a clase media, la cual, según Aristóteles, constituye la base de una nación.