CUENTOS POR CALLEJAS

Hay base en la realidad y/o en la ficción en todo cuanto opino y/o narro.

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miércoles, 14 de diciembre de 2011

EN UN LUGAR DE LA INDIA





Ella despertó nada más amanecer. Había dormido junto a un riachuelo de aguas limpias, en compañía de algunos mendigos que también despertaron. Tomó un baño en aquel arroyo y se dirigió hacia el pueblo, el cual era ahora su lugar habitual.

Con paso tranquilo enfiló la calle donde se encontraban los puestos de venta de frutas y verduras. Como era temprano, había poco público comprando, por lo que podía elegir las frutas que quisiera. Los tenderos la saludaban cariñosamente, y amablemente le ofrecían sus productos. Al propio tiempo, un grupo de niños mendigos merodeaban entre los puestos, mas los vendedores los ahuyentaban con ramas y varas.

Después de un largo paseo por el mercado se acercó a una fuente para beber. Estaban allí con sus cántaros un grupo de mujeres parias, e inmediatamente se apartaron para darle preferencia. No se acercaron a la fuente para satisfacer su sed. Sin dilación, ellas se apartaron para darle preferencia. No se aproximaron a la fuente hasta que ella se alejó lo bastante para que aquellos "seres inferiores" no la pudiesen "manchar" con su sombra. En el sistema de castas de India los sadhus constituyen lo más bajo de la especie humana y no tienen derecho ni a proyectar su silueta sobre los demás.

Ella sí podía acercarse a todo el mundo, fuera su casta cual fuera. Todos tenían alguna palabra cariñosa, y aun algunos le acariciaban la cabeza en señal de afecto.

Pasó frente a la entrada del templo de Visnú; un hombre alto con barba, vestido de blanco, se interpuso en su camino. Con una reverencia colgó de su cuello una rueda de flores. Juntó las manos y le ofreció de nuevo una muestra de veneración.

Siguió ella su paseo y, súbitamente, comenzó a llover. Se venía encima la estación monzónica. Aquella lluvia, aunque breve, anunciaba la inminencia de la temporada. Una desvencijada parada de autobús le servió de refugio. Un puñado de hombres que, asimismo, allí se habían cobijado, le hicieron sitio. Y eso que algunos de ellos hubieron de quedarse a la intemperie.

Terminado el chaparrón, prosiguió su recorrido. A los pocos minutos oyó tras de sí una estruendosa bocina, y detúvose un camión de un frenazo. Se volvió ella lentamente; se quedó mirando hacia el vehículo, con dulce y tranquila mirada. El conductor descendió con gesto resignado y le dirigió unas amistosas palabras mientras la empujaba suavemente para apartarla de la carretera.

Anochecía, y regresó a la ribera donde había pasado la noche. Se tumbó encima de la hierba fresca. Se acordó de la vez en que, cuando vivía en el campo, un tigre acechaba entre los juncos de un curso de agua.

Decididamente, aquel pueblo era un buen sitio en que habitar.

-- Oiga. No nos ha dicho el nombre de la protagonista ni a qué casta pertenecía.

-- No conozco su nombre y no pertenecía a casta alguna: era una vaca.



sábado, 10 de diciembre de 2011

NUEVA AMÉRICA




He estado emocionado y entusiasmado observando la Cumbre Constitutiva de la CELAC, que ha reunido prácticamente a todos los países que se hallan desde el Sur de Río Grande hasta el Cabo de Hornos, más numerosas naciones caribeñas.

Escuchando a Hugo Chávez me acordaba yo del proyecto de Simón Bolívar de creación de una Comunidad de Países Sudamericanos bajo la dirección o presidencia de España. Esta idea fue copiada por Inglaterra al crear la Commonwealth tiempo después, cuando las colonias británicas se fueron desgajando de la metrópoli.

Lo que no podía imaginar Bolívar es que en el siglo XXI España no estaría para dirigir nada, y menos aún la noble ilusión del Libertador. La tradicional estupidez de nuestros políticos nos ha llegado a colocar en la situación de ser el más dócil de los satélites de USA.
Y no me cabe duda de que Washington no ve con buenos ojos este proyecto de la CELAC. De modo que la posición española estará ¿cómo no? a la orden de lo que digan en Norteamérica.

Sin embargo, estoy seguro de que entre muchos pensadores e intelectuales españoles hay un sentimiento de afecto y de apoyo por esa nueva América del Sur.

En mi opinión, al Estado español le puede quedar el papel de ser el paladín de Sudamérica en Europa y en el mundo; como un país fraterno para esas repúblicas que están despertando a una flamante y gloriosa era. No debe bastarnos con que haya un hermoso monumento a Simón Bolívar en el Parque Oeste madrileño y otros más repartidos en la Península Ibérica.

Se habrá de tener un poco de fe en el devenir de los acontecimientos.

jueves, 1 de diciembre de 2011

PAQUITO Y SUS COMPAÑEROS




Paquito era un comunista fiel que dio varias veces con sus huesos en la cárcel. En aquellos años (época franquista) ser comunista era sinónimo de delincuente, de marginado. Para eso estaba el T.O.P. (Tribunal de Orden Público), eufemismo empleado con el fin de dar carácter legal a la persecución de individuos políticamente incómodos, ya que la legislación ordinaria no contemplaba como delito la pertenencia a partidos políticos de izquierdas.

Tras diversas estancias en las cárceles del Estado, Paquito aprendió un oficio, y con cuatro compañeros estableció una pequeña cooperativa laboral que realizaba trabajos especializados en la construcción de viviendas.

Eran Paquito y sus camaradas jóvenes, hábiles y concienzudos. El sistema cooperativo es reconocido y amparado en casi todos los países del mundo como forma empresarial social con ventajas fiscales y crediticias. De este modo iba transcurriendo la vida de estos entusiastas trabajadores, pese a algunos altibajos que se resolvían por la actuación de nuestro protagonista. En efecto, él era un hábil negociador y lograba no sólo resolver problemas, sino además buenos contratos, que se materializaban en rendimientos para la cooperativa.

Pero llegó un momento en que el demonio de la codicia tentó a Paquito. Se dio cuenta de que si dispusiera de empleados a sueldo, los beneficios serían para él mucho mayores que si continuara repartiéndolos con sus socios. O sea, que convirtiéndose en empresario individual podría enriquecerse.

Así que tomó esa decisión y se lo comunicó a sus compañeros. Éstos se vieron traicionados, y sufrieron con amargura el abandono de su presidente, al cual habían considerado un amigo leal. Les pareció inconcebible que aquellos ideales de fraternidad y colaboración se fuesen a pique tan fácilmente.

Paquito inició su negocio y le fue bien. Pero en 1993 comenzó una crisis que habría de hundir numerosas empresas en España, y este personaje vio cómo se desmoronaban sus proyectos. Dejó de obtener contratos; y solamente podía acceder a aquellos que eran ofrecidos por los organismos del Estado.

Para estos trabajos estatales las cooperativas tienen por ley preferencia, siempre que no superen los precios de las sociedades mercantiles. Por esa causa los antiguos compañeros de Paquito consiguieron sobrevivir, mientras que su ex socio devenido capitalista se fue hundiendo hasta desaparecer por completo.

Aseguran que Paquito deambulaba por aquellos lugares donde se efectuaban obras, mas nadie lo contrató.

Pasó a ser uno más de los numerosos parados del Estado español.