CUENTOS POR CALLEJAS

Hay base en la realidad y/o en la ficción en todo cuanto opino y/o narro.

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sábado, 3 de julio de 2010

REALIDADES


Me desperté en mitad de la noche sin saber qué extraña angustia estrangulaba mi sueño.
 A través de la ventana podían divisarse extrañas siluetas antropomorfas, que, sin embargo, me parecían muy familiares.

 Corrí hacia la puerta principal de la casa y me dispuse a salir, a huir más bien. Fuera, en medio de ninguna parte, el viento me llamó y me forzó a aproximarme a aquellas figuras que parecían tener vida propia. Emitían voces, era mi propia voz que lloraba, reía, gritaba palabras ininteligibles.

 Me acerqué a aquella concentración tanto como pude y me vi a mí mismo en distintos momentos de mi vida.

 Uno me habló del amor que fue del viento y nunca mío; otro me nombró el amor que me perteneció y que dejé marchar en los albores del invierno; otro quiso hablarme de todo lo que hice y que motivó mi arrepentimiento; otros aludieron a aquello que no hice y causó en mí mayor pesadumbre que lo anterior.

 Finalmente, todos me miraron con furia y compasión y me reprocharon: "Sigue soñando, sigue autocompadeciéndote, continúa luchando contra las fuerzas que yugulan tus más nobles anhelos. El mundo es como es, y no puedes variar el curso de los acontecimientos. Regresa a tu lecho y duerme, mas no olvides la tierra bajo la que tus huesos han de descansar."

 Les di la espalda bruscamente y aceleré el paso de regreso a mi hogar.
 No sabía yo si deshacerme en lágrimas o respirar serenamente el aire fresco de aquellos campos de vida y muerte.

 El caso es que, a ciegas, logré cruzar la entrada principal de mi hogar y acostarme pensativo sin excesivo agotamiento.
No podía ver nada, ni siquiera la imagen ficticia de mi cuerpo en un espejo de mi alma.

 Transcurrieron horas, días, semanas... estaba muerto en vida y yo lo sentía por los raros latidos de mi corazón.

 Una mañana cálida y luminosa desperté, o eso creí. Volví a asomarme por la ventana y sólo vi flores enormes, gigantescas, destellos solares estridentes y una nube entre clara y oscura que avanzaba desde el horizonte.
 Agaché la cabeza, bajé las persianas y corrí las cortinas. Percibí un calor insoportable, tristemente sucedido por una gelidez inquietante. Deseaba dormir para no despertar. Hablé conmigo mismo. Lo comprendí. Lo reconocí.

 Siempre fui quien fui y aunque cambié, nunca renuncié a ser la luz y la sombra de mi propio proyecto. Sé que me muevo y algo de mí permanece, algo nuevo brota y encuentro mi esencia a medida que recorro el camino.

 Todo es andar, nunca terminamos de aprender. Estamos inacabados pero sabemos que merece la pena tener identidad. Únicos, irrepetibles, iguales y diferentes,materia viva o inerte, átomos eternamente.

 Sigo arropado por mis sábanas, no quiero volver a escapar.
 Aquí estoy, esperanzado y frustrado, consciente de que soy, consciente de que pienso.
 Alguien me recordará cuando me haya ido, y si no, lo innegable es que habré pasado por algún mundo.

 La mente no es tangible, pero es real.
 Fabrica fantasías, las cuales, tarde o temprano, admiten lo que son: realidades.

 Sí. Realidades.

1 comentario:

P dijo...

Excelente relato,lleno de secretismo, muy críptico, aunque hermoso.