CUENTOS POR CALLEJAS

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miércoles, 18 de septiembre de 2013

INTELIGENCIA Y BONDAD



Siempre me ha fascinado la inteligencia. Conocer las conquistas del cerebro humano es apasionante.

Supongo que hay estadísticas que digan el porcentaje de inteligentes entre la población. Otra faceta es la genialidad. Esto sí que es difícil de contabilizar. ¿Uno por cada millón de habitantes? ¿Cada diez millones? La respuesta puede ser más difícil, más aleatoria. Pero ahí están los hombres y mujeres geniales que han brillado en la historia de la Humanidad.

Lo contrario de todo esto es la estupidez. ¡Cielos! ¡Qué cantidad encontramos! En estos tiempos lo vemos especialmente entre los políticos, pero hay que echarse a temblar si a la idiotez se le añade la maldad, con lo que ya tenemos un cóctel infernal.

Parece ser que en ocasiones la estupidez es temporal, como en el caso de los enamorados, que mencionaba Ortega y Gasset. En cualquier caso, me remito a la divertida obra que escribió Jonathan Swift titulada "Hospital para imbéciles", mediante la cual se proponía una terapia para los de su época, y creo que también serviría para la nuestra.

Que conste que yo podría incluirme en tan benemérita institución por las necedades que haya cometido.

Bueno, ¿y qué tiene que ver con el título de este escrito? Es decir, con la bondad. Pues que la inteligencia, el talento y la genialidad son naturales, es decir, que inevitablemente surgen según un porcentaje que la naturaleza determina.

La bondad no es natural. En el reino animal, al que pertenecemos, la supervivencia es para los más listos y los más fuertes. Es un mundo cruel e implacable. La bondad no existe en este hábitat.

Entonces, ¿cómo es posible que veamos personas que con su buen quehacer transforman su entorno e influyen en el mundo?

Hay que matizar que si la bondad no es natural, tampoco es antinatural. Este último es autodestructivo; el otro es creativo y no combate a la naturaleza, sino que la supera.

Lo compararía con esas aves que vuelan tan alto y recorren miles de kilómetros, en contraste con los animales que caminan o reptan sobre la tierra.

2 comentarios:

loboestepario dijo...

Creo que la bondad y la maldad son innatas en cada uno de nosotros, pero pudiera ser que en diferentes proporciones, pero es mediante el desarrollo de la inteligencia y la experiencia vivida cuando una u otra se van a volcar hacia un lado y van a acabar por definir al individuo.
Y si, sería bueno aplicar esa obra-que no he leído-de Johnathan Swift a personajes de nuestra época. Hay que ir probando todos los remedios a ver si damos en el blanco. Un abrazo Fepete !!

Bosón de Higgs dijo...

Me parece que te escribí algo antes, que saldrá con otro nick que no es el de Bosón de Higgs...