CUENTOS POR CALLEJAS

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lunes, 10 de octubre de 2016

DOCE DE OCTUBRE, OTRA VEZ




Llegado el día 12 de Octubre tendré ocasión de leer en la Internet una retahíla de insultos desde diversos países, referentes al descubrimiento, conquista y colonización de América por parte de España.

No voy a dar ahora datos de historiadores que de forma científica (como Arnold Toynbee) demuestran las excelencias -y los errores- de dicha colonización. Lo que quiero recalcar es algo que pasa a veces inadvertido; algo como la evangelización de América.

La predicación del cristianismo fue la verdadera herramienta de difusión cultural occidental y europea para los pueblos que la recibieron. Hay que tener en cuenta que a la enseñanza de la religión le acompañaba el aprendizaje de otra lengua, la alfabetización, la adquisición de técnicas, oficios y conocimientos científicos.

Recordemos, por ejemplo, a Fray Junípero Serra, enseñando a los indios pames, de Sierra Gorda, en México, la agricultura, la ganadería y ¡el valor del dinero! Así sus amigos amerindios no serían engañados en sus transacciones comerciales.

Acordémonos asimismo del Obispo de México y el proyecto de implantar la Utopía de Tomás Moro, aunque la cosa no llegase al éxito deseado.

Fantástica fue la creación en Paraguay por los jesuitas de una especie de comuna donde se combinaba lo cívico, social y laboral. No tengo toda la información que esto merece, pero la que obtuve me dejó asombrado.

Imaginen una pequeña población con una magnífica arquitectura, donde unos centenares o miles de personas se dedicaban a la agricultura y otros oficios, cuyas ganancias se distribuían entre todos, y disponían de escuela y asistencia sanitaria, así como de una forma de autogobierno democrático.

Anécdota curiosa: cuando iban a trabajar al campo estaban acompañados de una orquestina ambulante para amenizarles la jornada.

Naturalmente esto se hizo para los indígenas; nada que ver con colonos europeos. No sé si los kibbutzim israelíes que aparecieron siglos después serían comparables con este poblado paraguayo, pero es evidente que lo de los misioneros jesuitas fue exitoso, ya que fuerzas políticas y capitalistas se esforzaron en hacerlo desaparecer.

Por otra parte, misioneros anónimos recorrieron las Américas desde Canadá hasta Patagonia. Es fácil pasear con la vista por el mapa por las inmensas extensiones de América del Norte, con 24.200000 kilómetros cuadrados, y los 17.800000 kilómetros cuadrados del Sur. Mas reflexionemos acerca de los hombres que, impulsados por un ideal espiritual, entregaron sus esfuerzos y sus vidas a la causa de la evangelización. ¡Cuántos huesos marcaron el paso de aquellos héroes cuya única ambición era anunciar la doctrina de Cristo!

Seamos o no creyentes, admiremos la fuerza de un noble ideal que no tiene parangón en la Historia de la Humanidad.

Esta inmensa hazaña del espíritu es una cosa insoportable para anglosajones y otros que tratan de ocultar el heroísmo misionero e incluso ridiculizarlo.

Recuerdo un reportaje realizado en USA en el cual se hablaba del disparate que supuso intentar apartar de sus creencias ancestrales a los llamados nativos americanos.

Me pregunto si conquistadores ingleses, por denominarlos así, habrían permitido los espantosos sacrificios humanos de aztecas e incas como permitieron la quema de viudas en gran parte de lo que hoy conocemos como India. Lo importante era forzar a sus habitantes a consumir manufacturas británicas. Lo demás eran pamplinas.

Revisemos las Leyes de Indias (Occidentales), y extraigamos nuestras propias conclusiones.

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